martes, 28 de mayo de 2013

Tres miradas sociológicas sobre Literaturas Latinoamericanas

Pensar a inicios del siglo XXI, sobre los "pueblos originarios profundos" implica una doble tarea.  Nosotros como "sujetos culturales" que nos queremos "intelectuales" ¿donde ubicar deslindes entre lo objetivamente existente, lo subjetivamente anhelado o reprimido, las propias apreciaciones y las "ajenas" condiciones de constitución de mundo? 





  Tras quinientos años de dominación se hace irrenunciable a nuestro análisis "de conocimiento del objeto de estudio" en términos de ajustar y a veces forzar la cultura de los pueblos originarios de nuestras latitudes con referencia a categorías exógenas a dichas realidades materiales de producción y dadoras de sentido,el caso: “Literaturas Latinoamericanas” .

¿Cómo asumir (teóricamente) dicho contraste? El punto central de discusión es: todo signo lingüístico es neutro y por ende capaz de atravesar, reflejar y refractar en los diversos materiales individuales y colectivos; es decir, todo ideologema se constituye en un condensador de historia, de conocimiento. Expresa y condensa, muestra y oculta. Su heterogloxia se despunta (al menos) en dos posibilidades institucionales culturalmente válidas y socio-lingúiticamente aprehensibles: la canavalesca y la polifonía .

De allí que un concepto dogmático de "literatura" explote irremediablemente y su carencialidad sea su marca por excelencia al "pensar América Latina" .

I. Antes de la llegada de Colón

El criterio etnocentrista dominante hasta entrados los años setentas del siglo pasado era que todo pueblo para tener historia necesitaba registrarla en la escritura (hagiografía). Si un pueblo adolecía del poder "ficcionar" sus vivencias, experiencias, conocimientos en grafías inteligibles (plausibles a interpretación) se aducía que carecían de historia. Los estudios antropológicos relativistas atacaron dicho mito y crearon otros. No obstante, para nuestro interés, en América Latina antes del 12 de octubre de 1492 existían: literaturas, historias, memorias, olvidos, imperios, amos y esclavos, religiones, mitos, etc. En fin, existían formas de hacer, sentir, pensar y representar. Había cultura. Para que se diese dicha cultura era necesario al menos el trabajo y el lenguaje. Dicha materialización de intencionalidades era producto de seres humanos.

Así, los pueblos originarios profundos de nuestro continente antes del año 1492 poseían sus formas materiales y simbólicas de apropiación de "su" mundo, que respondían a sus horizontes de expectativas adecuadas a sus posibilidades de existencia (Koselleck). Tenían sus "literaturas", "historias", "mitos", "dioses", "demonios", etc. Es decir, sus "cosmovisiones" de mundo respondían a sus posibilidades materiales de existencia.

Se ha de hacer notar que hablar de "literaturas" acusa a dos ámbitos

Con nuestra categoría literatura tratar de dar cuenta de las producciones simbólicas de sentido, pero constatando que dicho criterio no agota ni expresa correctamente dichas producciones
"Literaturas" (plural) trata de acoger diversas ficciones o manifestaciones.

Además, hablamos de "pueblos" en plural, puesto que en la América Latina antes del siglo XV europeo, en este continente extendido del norte al sur del planeta la heterogeneidad imperante era realmente pletórica. Convivían en un espacio territorial tan extenso articulaciones sociales desde "imperios" hasta "tribus", pueblos "arcaicos" y pueblos "de avanzada". El espacio estaba configurado por diversas "zonas de influencia"; llamadas por nosotros: Mesoamericana, Andina, Intermedia, etc. De aquí, lo salta en pedazos e ilumina nuestra reflexión es: lo que encontraron los europeos al acceder a nuestro continente fue un muy rico tejido social cuyas diversas expresiones sociohistóricas registraban la profunda complejidad humana posible. No obstante, el imaginario del "amo-conquistador" encuadró falsamente una homogeneidad, no sólo entre las diversas configuraciones sociales, sino una "mágica" mimesis entre los originarios y el paisaje circundante.

Es pertinente aquí establecer que entenderemos por "literaturas". Éstas las consideraremos como condensación de articulaciones de espacios epistémicos (conocimiento) o materialización de formas discursivas que corresponden a formas especificas de ideologías que a su vez se ven condicionadas por formas materiales de producción de grupos humanos sociohistóicamente constituidas. Es decir, un "texto" literario resulta un espacio de cruce de prácticas sociales reales.

Por ende, toda manifestación literaria se articula profundamente con su contexto sociohistórico y al estar inserto allí responde su expresión a las contradicciones internas y externas de su producción. Toda obra literaria entra en diálogo con su tiempo, su contexto, sus productores, sus receptores, su pasado inmediato y lejano, sus posibles futuros interlocutores; sea en consonancia o tonos contradictorios. Este diálogo se manifiesta como una toma de posición frente al mundo, al conjunto social, al individuo. Reproduce o es contestatario.
Entonces, las literaturas se constituyen en prácticas e institucionalizaciones objetivas de producción y reproducción de prácticas discursivas contradictorias, es decir, de grupos humanos en contradicción. Un "texto literario" expresa y condensa "cosmovisiones" de grupos sociohistóricos, que tratan de dar sentido a sus existencias; acusa José Miguel Oviedo respecto al "corpus multilingüístico indígena":

"El natural impulso de todo pueblo por lo fabuloso y lo extraño fue particularmente fecundo entre las sociedades indígenas americanas: una red de creencias y prácticas mágicas sostenía su concepción del mundo y les permitía comprenderlo y así conjurarlo. Querían testimoniar su presencia en el cosmos y conservar una relación armónica con él; todo tenía para ellos un sentido misterioso, todo era una cifra de su origen y su destino".

Dicha afirmación debe ser tomada críticamente, (ésta reproduce gran parte de la discusión en juego en este campo investigativo), al menos en tres corolarios de discusión: (a) gesta un mito científico que invisibiliza que todo grupo humano posee acercamiento mágico-religioso a su entorno, y por ello, omitiendo el pasado mágico de los imaginarios europeos, (b) dichas cosmovisiones más allá de aspirar a un testimonio de presencia responden a la necesidad de los seres humanos por dar sentido a sus existencias, (c) crea la falsa imagen de que las cosmovisiones y sus materializaciones literarias se dirijan hacia lo fabuloso y extraño, olvidando que lo realmente místico no es cómo sea el mundo, sino que el mundo sea.

Fuente: Agencia Latinoamericana de Información -  http://alainet.org
Autor: Javier Torres Vindas - Sociólogo y linotipista

Bibliografía
  • Barthes, R. (1994) El susurro del Lenguaje. Paidós, Bercelona,
  • Cañas Quirós, R. (1997) "La identidad latinoamericana en el discurso de Garcilaso" En: Olmedo, E. Cultura y contracultura en América Latina. EUNA, Heredia
  • Fonseca, V. (1997) "América es nombre de mujer" En: Revista Reflexiones #53, UCR, Mayo 1997.
  • León Portilla, L. (1981) El reverso de la Conquista. Editorial Joaquín Mortiz, 1981
  • Oviedo, J.M. "Antes de Colón: el legado de las literaturas indígenas"
  • Pietschamann, Horts (2000) “La historia de América Latina como subdisciplina histórica”. En: Diálogo Científico. Vol 9 #1/2 año 2000. Centro de Comunicación Científica con Ibero-América (CCC), Tubinga
  • Segundo, Juan Luis (1994) "Revelación, fe, signos de los tiempos" En: Revista Pasos N°56, noviembre-diciembre, 1994. DEI, Costa Rica
  • Villoro, L. (1998) Estado plural, pluralidad de culturas. Paidós, México

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